Soy Martín Kremenchuzky, tengo 48 años y, debido al Síndrome de Usher, actualmente soy ciego e hipoacúsico. A pesar de los obstáculos que me puso la doble discapacidad, pude salir adelante gracias al deporte y a la ayuda incondicional de familiares y amigos que me hicieron creer que yo podía.
Hice muchas actividades hasta darme cuenta de que el deporte era lo mío. Comencé remando, luego corriendo y más adelante comencé con el triatlón, que hoy puedo decir es mi estilo de vida. Por supuesto, siempre con la compañía de un atleta guía, que está conmigo en los entrenamientos y en las competencias. Es muy importante el apoyo de los que están cerca para adquirir confianza y salir adelante en momentos difíciles.
Cuando me quede ciego estuve muy deprimido, pensaba que no podía hacer nada pero la vida dio una sorpresa: hoy, siendo ciego, soy más feliz que antes! Puedo hacer cosas que jamás me hubiera imaginado y siento que soy mejor persona, valoro las cosas realmente importantes de la vida y comparto actividades con amigos y familia.
En mi caso, la bici tándem es parte del día a día, entrenando y un factor fundamental en las competencias de triatlón.
¡Sin bici tándem no podría ser triatleta que es lo que más felicidad me da en esta vida deportiva que elegí vivir!
Y sin darme cuenta, fui cumpliendo distintos objetivos sin proponérmelo. Me convertí en el único argentino ciego IronMan y el único sordociego en el mundo. Ya llevo 5 IronMan en mi haber y muy pronto en Asia seré la única persona con discapacidad en realizar IronMan en todos los continentes!
El TRIKE TANDEM nos cambió la vida. Somos Sandra y Maia
Mai tiene autismo y parálisis cerebral. Vivimos en La Plata, provincia de Bs As.
Llegó el 2020 y con él la pandemia que nos atravesó a todos. Algunos corrimos con desventaja, porque cuando te dicen que el mundo se volvió una amenaza y que no podés salir a la calle con tu hija con discapacidad, encerradas 24/7, sin escuela, sin terapias… o nos disfrazábamos de algo o todos los esfuerzos de años de terapias y sacrificio corrían riesgo de caer en picada.
Yo salía en bici, a recuperarme de que mi casa se había vuelto un embudo de actividades que ahora eran todas pantalla de por medio, más el bombardeo mediático de lo que ocurría afuera. Maia quedaba en casa y eso me comía la cabeza. Pensaba cómo hacer con ella… Donde vivimos no hay plazas cercanas, ni veredas hay, para que se imaginen! No estamos acostumbradas a resignarnos fácilmente, así que empezamos a mirar qué, cómo… pero algo era seguro… sería sobre pedales!. Cuando uno quiere hacer algo y pone todo en que se dé, Dios conspira a nuestro favor.
Conocimos a Juan y Santi, verlos a ellos fue una motivación grandísima. Intercambiábamos mensajes con ideas, buscando lo mejor para mi flaca. Decidí que sería triciclo, lo empecé a dibujar, en Corrientes encontré quien lo ejecute y salió trike tándem adaptado a lo que Mai necesita.
Un sueño de años, finalmente, y gracias al patadón de la pandemia, terminó siendo una hermosa realidad.
El trike tándem nos cambió la vida y nos acercó a lugares que habíamos dejado de visitar por distancia o porque, muchas veces, al llegar al lugar Mai quería irse enseguida. Con el trike el paseo empieza desde que nos subimos y empezamos a pedalear y eso cambia toda la configuración.
El Trike me mostró que a la flaca le gusta tanto pedalear como a mí, descubrimos que podemos hacer ejercicio, una actividad al aire libre, hablar de autismo, inspirar a otros y compartir una actividad que nos hace feliz a las dos, y eso… eso es maravilloso!!!
Comentarios recientes