La historia de Justina comienza cuando antes de cumplir un año le detectaron un quiste en su pancita y fue intervenida en el Hospital Garrahan. Ella no reaccionó bien a la anestesia, estuvo casi 30 minutos sin oxígeno hasta que pudo reaccionar. Eso provocó secuelas que cuando nos dimos cuenta notamos que no aprendía nada. Todo le costaba mucho. Creció vista y atendida por varios especialistas.
Nos dijeron que tenía retraso madurativo y que debía concurrir a una escuela especial.
Justy nunca supo lo que es un triciclo, nunca supo ni siquiera correr como cualquier otro nene. Pero nunca bajamos los brazos ni nos caímos. Al contrario, nos dio más fuerzas para seguir adelante.
Así nació la historia del tándem, todos andaban en bici y ella no. Todo le costaba el doble o mucho más. Justy nos preguntaba, cuándo iba a poder andar en bici como lo hacen todos. Le respondí:
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Eso fue el puntapié para arrancar el proyecto de armar el tandem con mis manos. Con ingenio, consultas e internet ¡pude lograrlo!
Y un día llegó ese primer paseo en bici ¡la emoción nos ganó! Todo era de alegría, la gente en Azul subía fotos en instagram y comentaban. Era todo un acontecimiento. ¡Ver esa bici! Me felicitaban, nos sacaban fotos, nunca imaginé que sería algo tan novedoso! Me salió hacerlo como algo natural, algo común. Acá en Azul no había visto una antes y así pude cumplir su sueño.
Hoy, gracias de haber conocido a Juan y Santi, ver su historia de superación y coincidir en que nada es imposible cuando es para la felicidad de un hijo. El tándem, me motiva seguir soñando en lograr nuevos objetivos con Justy. También de poder ayudar a gente que esté en la misma situación. Por eso hoy sigo con un nuevo proyecto de hacer otro tándem para poder compartir con familias que no pueda tenerla.
Gracias Empujando Límites por alentarme a seguir empujando, para que muchas familias con algún hijo con discapacidad se animen a andar en tándem, que no es nada raro.
Así es nuestra historia que comenzó allá por el 2018 y seguirá en el tiempo…gracias!